sábado, 5 de noviembre de 2011

Cultura mediática, cultura escolar

La cultura mediática invade cada instante de nuestras vidas: pareciera que ella, en su poderío cultural, nos condujera lentamente a olvidar quienes somos para reconstruirnos a su antojo, anhelando su propia supervivencia a costa de la nuestra. Con este ensayo pretendemos desenmascarar las verdades escondidas por todos nosotros acerca de los mass media y sus roles en nuestra cotidianeidad, cuestionándonos sobre sus alcances y peligros. Y para reflexionar, qué hacer con ellos - y sus mañas- en el aula.

Para no volver a caer

Tradicionalmente, los llamados mass media poseían este nombre en alusión a su masividad comunicativa,  y desde la escuela se los ha enseñado desde un enfoque acorde a los efectos de esta función. Pero actualmente, además de ser medios de comunicación, comenzaron a tener una gran influencia en la sociedad, tanto a nivel cultural como en cuanto a sus valores e ideologías, independientemente de la índole que éstos adoptasen.  Con la globalización económica y el surgimiento masivo de variadas formas de comunicación, se produjo un importante fenómeno característico de nuestra era, consistente en que en todos los países de occidente tienen, casi homogéneamente, una misma cultura: se escucha la misma música, se utiliza la misma vestimenta, las ideologías son similares en los diferentes países, las concepciones de la belleza, sin ir más lejos, son iguales en la mayoría de los países. ¿Nos preguntamos por qué sucede esta homogeneización cultural? Sencillo de responder, es lo que venden los medios de comunicación.
Espejito, espejito ¿Quién tiene el cuerpo más delgadito?
           Teniendo en cuenta lo anterior resulta sencillo comprender, sin aceptar, las consecuencias negativas que provoca este hecho: cada vez más jóvenes sufren trastornos alimenticios, y podríamos hallar parte del origen del problema en el hecho de que todos los programas de televisión muestran la “felicidad” que acarrea ser delgado y estar en forma, casi sin notarlo, las publicidades han ido en un camino progresivo de exposición de cuerpos y modelos de sujeto humano que no promueven el desarrollo de la subjetividad, sino que muestran esbeltas figuras delgadas, y ponen en contraposición la “infelicidad” que produce ser una persona “gorda”. No es muy difícil recordar programas en los cuales se muestre la discriminación hacia las personas que no son extremadamente delgadas, incluso han ocurrido infinidad de casos en que, aun estando sanos y en su peso, muchos jóvenes han sido considerados “gordos”. Estos espacios, en los que se prioriza la estética por sobre el desarrollo de la personalidad, suelen generarse en programas  cuyo consumo masivo se produce entre los miembros de grupos de adolescentes. La construcción de este ideal físico y pasajero no se limita a los medios, ya que no bastaría este fenómeno aislado para lograr una cultura compleja de inseguridades y carencias que encuentran su reposo en el consumo: Los desfiles de moda de muestran mujeres de flaqueza extrema, algunas al límite de la enfermedad, incluso sumidas en ella. Los efectos en niños y jóvenes que no hayan recibido la enseñanza necesaria para leer, comprender y reinterpretar los mensajes que brindan los medios de comunicación, pueden ser catastróficos: es fácil creer lo que éstos plantean y fijarse objetivos ajenos, generados implícitamente por los medios de comunicación.
              La hija de Araceli: Ícono de la tormenta

              Hace algunos años se desató una polémica que hizo a gritos que quienes no querían hablar de las exigencias del modelaje tuvieran que expresarse y quedar al descubierto: La hija de Araceli Gonzales, una adolescente delgada pero no al extremo, fue discriminada e impedida para ejercer sus labores como modelo por estar gorda. Obviamente, su figura no era condescendiente con esta idea, y la polémica no se hizo esperar. Prontamente, los medios carroñeros se adueñaron de una problemática real y la transformaron en un producto duro, pero digerible. A pesar de ello, hay un mensaje presente que, aunque en sus manos superfluo, sigue teniendo valor.
            La problemática es arduamente analizable, pero
lo cierto es que los grandes motores de esta máquina de generar contenidos eligen no decirse responsables del monstruo que despiertan.

Clarín Vs. K: otra invención que compramos

Los estereotipos de belleza son sólo algunos ejemplos de la manipulación que se ejerce a través de los medios de comunicación. Así como se transmiten y crean ideologías acerca de la belleza, también se difunden otro tipo de pensamientos, pues este tipo de problemáticas son la cúspide de un problema mucho más profundo y oculto: al imponernos ideales de persona, de familia, de trabajo y de vida se nos impone en realidad todo un sistema filosófico - político que marcará a fuego nuestra conducta y nuestro porvenir. Semejante riqueza no implica la existencia de una única monarquía ideológica, son varias las ideologías que pretenden el liderazgo ideológico, y esta necesidad de ejercer el poder se manifiesta no en un debate real y en pos del bienestar social, o incluso en la propaganda sana y responsable: La lucha suele ser cruel, maquiavélica, y en ella destrozar al adversario es más importante que corregir los propios errores. Actualmente, a pesar de las leyes promovidas y de los espacios de discusión generados, a pesar de nuestro crecimiento como nación y como humanidad, no hemos conseguido librarnos de esta problemática, sino que hemos sido testigos desprotegidos de su batalla atroz, tentados a participar de su defensa y rasgarnos unos a los otros las vestiduras en defensa de ideales que no nos representan completamente: Ejemplo de ello es la batalla librada entre Clarín y el kirchnerismo, en la que las partes se “defienden” mostrando lo que cada uno de ellos quiere que el receptor “compre” o crea que es lo cierto. Tristemente, en esta lucha poco se recuerda al ciudadano y su derecho a informarse, sino que éste debe leer entre líneas la verdadera esencia de los poemas políticos que se han creado, discursos sin fundamento real que escapan de la lógica de lo realizable y terminan por generar desconcierto en el consumidor, cuando no desconfianza.
A continuación, el video que defiende al gobierno


Y luego, el que defiende a Fibertel (Grupo Clarín)


Ciertamente, podemos observar que la realidad esta parcializada, escondida y desvirtuada, perdiendo de sus líneas -en el afán de ganar adeptos- a aquellos que creen genuinamente en los ideales de éstos y la labor de aquellos. Este es ni más ni menos que el resultado de años de investigación publicitaria: la venta no de aquello que un producto es, sino de aquello que se quiere comprar. ¿Nuestra resonsabilidad? absoluta.

Una conclusión para un tema que no termina: la educación como respuesta
            Entonces, sabiendo que los medios muestran la información que quieren dar a conocer, que brindan mensajes que no todos pueden llegar a comprender, una de las instituciones que podría dar respuesta a esta situación es la que más tiempo nos concentra en nuestra formación: la escuela es quien podría educar a los alumnos en relación con la tecnología y los medios de comunicación de la actualidad, desde una postura que no acepte el problema de los mensajes en sí, escondiendo la cabeza bajo la infértil tierra de la ignorancia. Durante años -en los que la escuela ha hecho la vista gorda a esta situación- se ha generado que los jóvenes y niños de hoy prefieran estar mirando la televisión, escuchando la radio, jugando con los videojuegos antes de permanecer leyendo un libro. Es una salida fácil la de deshacerse del problema justificándose en que los niños son “menos cultos”, “vagos” ó “perezosos” en vez de reconocer la situación y tratar de trabajar en base a ella.
              Aprovechemos el gran entusiasmo que tienen los jóvenes por la tecnología, el gran conocimiento que traen sobre ella. Si los medios nos ofrecen un gran predominio del lenguaje audiovisual, saquemos lo positivo de todo aquello, y enseñémosle a los alumnos cómo utilizar esta herramienta de forma positiva. Pero debemos tener en claro que enseñar sobre los medios de comunicación no es solamente mostrarles cómo se utilizan, enseñarles cómo sacar una mejor foto, o cómo utilizar ciertas herramientas o programas. Además de enseñar la utilización de las herramientas lo que la escuela debe hacer es plantearles a los alumnos los distintos mensajes que se ofrecen en una misma publicidad, fomentar la toma de conciencia acerca de los mecanismos de manipulación e inculcación ideológica que utilizan los medios, logrando así formarlo como receptor crítico, como andante que no perezca ante la primer trampa del camino de los mass media. Tenemos que enseñar el lenguaje audiovisual, sus códigos, elementos y estructuras para que los niños sean capaces de “leer” los movimientos, las imágenes, el texto, oír lo que se dice y no quedarse estancados en ello: eduquemos en la percepción.


1 comentario:

  1. Nos parecio sumamente eriquecedor el modo en el que fue trabajado el tema. El ultimo aporte realizado en torno al entusiasmo que poseen los jóvenes por la tecnología, consideramos que es muy acertado, ya que eso debería facilitar la convivencia entre la educación y la cultura mediática.

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